domingo, 23 de marzo de 2014

Desde aquí para allá


Aquí es Lleida, una ciudad de provincias (también en Catalunya las hay), donde nací (1958), me reproduje (1984, 1993, 1995 y 2000), casi me muero y no es seguro que muera.

Tiene sus cosas: dos catedrales, un rio grande, ancho y cuidadín, otro casi subterráneo -el Noguerola-, un museo o dos ¿serán más?, dos castillos (serían tres pero "el Castell" ahora es la Seu Vella o Catedral, también bella).

¿Qué más? 





Una estación, de trenes, que nos ha situado en un eje del buen viajar, una de autobuses que mejor la cerramos ya (vergüenza me da) y un Aeropuerto que no mentamos mucho porque va a ser que metimos la pata y no es cuestión de asemejarnos a abuelos con gafas muy oscuras de la Catalunya Sur y más cuando es el primero de los 'aeropuestos' por la Generalitat de esta magna Catalunya. Donde, dicen ellos ¿quiénes serán?, todo lo hacemos bien. 





Pues tenemos cosas y casas, muchas, que las inmobiliarias se cebaron y ahora no digieren bien. 





Tenemos un Auditorio muy bien utilizado y otro en el que podemos celebrar bodas (no en vano tiene forma de tarta), también podemos bailar cada sábado y hasta ver y escuchar ballet (balet) y/o ópera -qué nivel- y teiatro y tantas cosas que si somos sinceros la mayoría no pueden (y a veces aun pudiendo, no quieren) pagar. Qué ¿por qué? Pues porque de repente nos dimos cuenta que nos engañaban, que no nos decían la verdad y que lo que parecía -igual también era- una obra faraónica para deshonor de quién -con tan buena autointención- la propuso, edificó acabamos rescatándola -aun sin querer, ni saber- entre todos vía Catalunya Caixa y unos suelos recalificados por medio.


¡Qué pena!




Tenemos Personas, muchas y humanas, hermanas, madres, tías, hijas, abuelas, vecinas, primas, compañeras, conductoras de autobús e incluso amigas (a todos los substantivos les podéis y debéis añadir el -os, también al primero) que saludan y sonríen o despistan –qué se le va a hacer- cuando nos cruzamos en la calle Mayor cada sábado por la tarde (no dejemos de hacerlo). La estrechez de la vía invita a la conveniente convivencia, cada día a todas -¿?- horas).



 
El Carrer Major, el nervi principal de la ciutat des de temps immemorials. 

Pues eso, solo eso y es lo más. Esto es Lleida, un conjunto como otro de cosas, casas y personas humanas que van, vamos yendo por la vida como bien podemos.

Vamos entre la niebla que cada vez clarea más y eso sin ser malo, no se si es del todo bueno.

No se si sabéis la niebla es un buen lugar donde esconderse para luego reaparecer.

Y en eso estamos Lleida y los suyos y –as.


Ay! Ay! Hay, hay y tenemos una Universidad (la veo tan normal -y eso es, también, bueno- que casi no os lo decía) y escuelas y institutos donde los alumnos pasan las mejores horas y días de su día y vida por tiempo, espacio y compañía -eso deseamos todos y todas, o al menos los y las más-.

Y en la mayoria de las casas, que son hogares, también sucede otro tanto, o incluso ¡mash! ¡musho mash!

Lleida, ya veís, es una ciudad como todas o mejor, porque es en la que he nacido, me he reproducido, casi muero e igual no moriré.

Saludos y salud.







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